Desde la pre-historia, el rol femenino ha estado asociado a la administración de recursos; culturalmente, a la mujer se le ha asignado la función de administrar en materia económica y tomar decisiones estratégicas referentes al hogar.
Hoy en día,
la administración del presupuesto del hogar sigue siendo cosa del matriarcado
familiar (abuela-madres). Son quienes por lo general introducen las marcas al
hogar y también quienes las someten a presupuesto. Muchas marcas son heredadas
por las hijas desde la matriarca, y estas reproducen la costumbre con sus
hijos, lo que establece una cadena generacional. Incluso, sí los jóvenes al
independizarse no consumen la marca por motivos económicos, siempre estará en
top of mind, y volverán a ella cuando tengan la oportunidad y establezcan una
unidad familiar por el hábito adquirido.
Las marcas a nivel familiar, sirven para reforzar el rol materno-administrador en los hogares, pues crean un entramado socio-cultural y vivencial que permanece en los recuerdos de las personas por toda su vida, olores, sabores, texturas, empaques, slogans, todos los componentes de un producto, categoría o marcas son retrasmitidos matrifocalmente de generación en generación.
Las marcas a nivel familiar, sirven para reforzar el rol materno-administrador en los hogares, pues crean un entramado socio-cultural y vivencial que permanece en los recuerdos de las personas por toda su vida, olores, sabores, texturas, empaques, slogans, todos los componentes de un producto, categoría o marcas son retrasmitidos matrifocalmente de generación en generación.
Resulta
entonces confuso cuando algunos elementos son modificados, ignorando este
importante insight, y se toman decisiones arbitrarias como modificar empaques,
slogans o una imagen que se haya consolidado de manera efectiva en el
imaginario colectivo del consumidor, para “modernizarlas”, rompiendo con la
cadena generacional. Muchos marketeros creen que estos cambios son suficientes
para impulsar ventas o mejorar el posicionamiento de una marca sin comprender
el impacto cultural que esto puede tener, y en realidad están trabajando contra
cultura lo que resulta en una desventaja aun mayor por obviar los patrones socioculturales.
Una buena parte de las estrategias de
marketing tienen que ir enfocadas hacia el arquetipo integral femenino (y
evitar a toda costa el estereotipo, por ejemplo: no hay que poner una mujer
semidesnuda para vender más jamón de pavo); es decir, no solo como tomadora de
decisiones, sino además, dichas estrategias pueden valerse del enfoque emic
para apelar a otros vínculos familiares a través de la madre. Promociones,
frases, slogans que refuercen comunicacionalmente el rol de la madre en las
actividades de vínculos comunitarios, vínculos racionalistas y vínculos
simbologistas: La madre-anfitriona del hogar, la madre-protectora que se
preocupa por el presupuesto de sus hijos universitarios, la madre-mujer que
merece un capricho glamuroso.
Algunos
ejemplos para apelar a los diferentes vínculos son los siguientes:
Para
estimular el vínculo simbologista, las marcas asociadas a este constructo (o
que quieran asociarse) podrían diseñar un discurso o campaña donde estimule la
adquisición, no de un artículo sino de una experiencia, ya que lo que venden es
exclusividad. El olor, la visión y el olfato juegan un papel fundamental para
que esto tenga éxito, por lo que nuevamente las degustaciones son una
herramienta de venta importante.
En el caso
de los vínculos racionalistas, las promociones juegan un papel fundamental a la
hora de seleccionar un producto o marca. “comer más” es prioritario para los
jóvenes con presupuesto ajustado que “comer más sabroso”. Sin embargo, esto no
quiere decir que las marcas no puedan crear una percepción de balance entre
economía y calidad para este target.
Promociones de 2X1 o de combos con descuentos de 50% en adelante son los
incentivos para este vínculo.
Para apelar
al vínculo comunitario las marcas tienen que asociarse a aspectos y contextos
de la vida social de los individuos: fiestas, reuniones, actos familiares, los
fines de semana. Además es importante que las marcas profundicen en los ritos
familiares de los fines de semana. La marca tiene que incentivar y contribuir
al rescate de los valores familiares. Un ejemplo práctico sería el reforzar el
mito del ritual familiar dominguero a través de comerciales, discurso, e imagen.
Para lograr de manera efectiva lo anterior, es importante
ganar una comprensión cultural del significado del rol femenino como núcleo del
hogar, y esto no se logra con estadísticas, data mining, psicología o ingeniería,
esto se logra a través de la antropología aplicada.
Es
importante entender como la matriarca (abuela/madre/esposa) ocupa el rol
principal de todas las operaciones comerciales del hogar, se convierte en la
consumidora universal. La mujer cumple con varios roles asociados al de
consumidora: abuela, anfitriona, madre, mujer, esposa, sociabilizadora, económa,
educadora, ama de casa. Y al mismo tiempo cada uno de esos roles tiene una
función distinta: tradición, protección, códigos, representación, eficacia,
eficiencia, lucimiento, sensualidad, feminidad, maternidad.
Cada uno de
esos roles está asociado a un momento del consumo (antes-durante y después).
Esto es particularmente para los artículos alimenticios, ya que los demás
artículos de consumo están determinados por otros factores más sociales que
culturales, y la madre como parte primordial del núcleo familiar es la
principal transmisora del ethos cultural.
La madre es
la puerta de entrada a los hogares de los productos alimenticios sin importar
la edad, el sexo o estrato del target. Es por eso que es tan importante la
producción de códigos, símbolos y significados “emic” que se alineen con cada
una de esas facetas desde su propia cotidianidad.
Las madres
son las que crean los hábitos alimenticios: eligen los ingredientes, preparan
los alimentos y enseñan a los hijos a comerlos. La forma más directa de influir
en los hábitos de consumo de un hogar es a través de la madre. Para influenciar
el vínculo Materno-Filial es importante implementar degustaciones de productos,
promociones y descuentos. También es necesario en términos generales de la
demanda, otorgar valor agregado al acto de comer, no como una necesidad
fisiológica rutinaria sino como acto simbólico de plenitud: salud personal,
bienestar familiar, placeres sensoriales, socialización.
Si bien, teniendo
a la matriarca familiar como eje de la economía del hogar, se puede llegar al
resto del universo familiar, no hay que descuidar los segmentos por tipo de
vínculo. Es por esto que los antropólogos con nuestro enfoque y herramientas
cualitativas en ocasiones podemos generar valor agregado e insights más
profundos de los que cualquier metodología cuantitativa puede lograr.
Lo cultural
no es cuantificable.
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