El marketing electoral y político
son variantes interesantes, pues representan un matiz bastante complejo y con
unas implicaciones que no afectan a un grupo, segmento o target sino a una
población total. No solo eso, sino que la oferta se asemeja a la de un bien
inmaterial, que luego puede repercutir de manera positiva o negativa en la
calidad de vida de las personas de manera bastante material. Al final, ambos
son recursos que se utilizan antes y durante el ejercicio del poder político, y
que no busca más que influir en las conductas y actitudes ciudadanas para
favorecer una determinada agenda.
Sin embargo, en ocasiones las
estrategias del marketing político y electoral planificadas por los distintos
actores, pueden ser fácilmente anuladas por el surgimiento de sujetos
históricos productos de un contexto coyuntural particular y desde el cual se
posicionan, capitalizando descontento, frustración, indiferencia y apatía.
Estos sujetos históricos son una espada de doble filo, pues desde su origen
creado en un entorno demagógico y asocietal, tienen el potencial para construir
o destruir en tandas iguales.
El primer candidato que entienda
al sujeto histórico de la coyuntura electoral, es el que logrará posicionarse
dentro del imaginario colectivo del electorado tomando la delantera en el
marketing electoral. Identificar los elementos para crear un discurso, una
propuesta y sobre todo una promesa, para los sujetos históricos identificados
es sumamente fácil si se posee las herramientas, conocimientos y asesores indicados,
y es aquí cuando la política se expande y se convierte en psicología,
antropología, y sociología.
El caso de Pablo Iglesias y el
marketing electoral que ha venido desglosando de cara a las próximas elecciones
españolas, es preocupante por imitar no solo a nivel discursivo sino
simbólicamente, la imagen del ex presidente venezolano Hugo Chávez. Si
precisamente hablamos de influenciar al consumidor/electorado... ¿hacia dónde
quiere influenciar Pablo Iglesias con su estrategia.?
Cuando hablamos de marketing
comercial, al momento de seleccionar un artículo de una categoría frente a
otra, lo que hacemos es comparar atributos que son similares dentro de la misma
categoría; al final son las pequeñas diferencias las que nos llevan a otros
elementos del marketing como branding, esencia de la marca, fidelidad,
recordación entre otros. Pero en el caso de Pablo Iglesias y Hugo Chávez, ambos
productos no compiten en diferentes categorías sino que representan la misma
marca, son las similitudes las que están generando su posicionamiento,
branding, esencia, fidelidad y demás; lo que Pablo Iglesias ha hecho, es
apropiarse de los atributos de la marca chavista e importarla a España. Es un
caso peculiar porque se diferencia del resto de la oferta nacional, pero
funciona con la misma lógica de introducir un producto internacional,
correspondiente a una categoría local, que busca satisfacer unas demandas muy
particulares de un contexto especifico; si el comportamiento del consumidor
durante ese momento es atípico, no quiere decir que por elegir dicho producto
una vez, lo continúe haciendo o logre posicionarse de manera permanente en el
mercado, de hecho es más un efecto placebo por parte del consumidor en
respuesta a su situación emocional, que un proceso de discernimiento racional.
Todo investigador de mercado, sabe que en coyunturas particulares, los
consumidores se comportan de manera diferente y consumen de manera diferente,
por ejemplo: Navidad. Del mismo modo, lo
que llamamos sujeto histórico, es producto de una coyuntura particular, pero
como hijo de esa coyuntura, sus particularidades no sobreviven al fin de esta;
es entonces cuando inteligentemente se ejecuta paralelamente el marketing
electoral y el político, no solo para asegurar la llegada al poder, sino para
consolidarla después de la coyuntura, envolviendo al producto en un valor
agregado que sobrepasa la necesidad particular del sujeto histórico.
El ejercicio que quiero hacer es una breve
comparativa del marketing electoral de cada candidato/oferta/producto, donde se
resaltan las similitudes desde donde ambos personajes lograron posicionarse en
el mercado político de sus respectivos países, en diferentes épocas de
similares vicisitudes, cuáles eran las demandas del sujeto histórico y cuáles
fueron las ofertas de los candidatos:
Demandas
del mercado Venezolano 1998
|
Demandas
del mercado español 2016
|
Percepción de corrupción del gobierno
alta
|
Percepción de corrupción del gobierno
alta
|
Desgaste de la oferta política
coyuntural
|
Desgaste de la oferta política coyuntural
|
Desempleo
|
Desempleo
|
Crisis económica
|
Crisis económica
|
Debilidad institucional
|
Debilidad institucional
|
Las demandas del electorado, en
su mayoría un target clase baja y clase media, comparten en diferentes países y
diferentes épocas un sentimiento de cansancio frente a las ofertas políticas
convencionales, una imagen de la praxis política como impura que cae en la
demagogia, una disminución del poder adquisitivo o capacidad de satisfacer sus
necesidades básicas, y más importante y no incluido en el cuadro anterior, una
oferta que falla a niveles comunicacionales y actitudinales en satisfacer dicha
demanda (por parte de los demás candidatos/productos). Desde acá ambos personajes construyeron su
discurso simbólico y performance
accionable, para vender una propuesta-promesa; así es como ambos candidatos
ofrecen productos prácticamente iguales:
Oferta
de Chávez
|
Oferta
de Iglesias
|
Dirigido al segmento de mayor vulnerabilidad
económica.
|
Dirigido al segmento de mayor vulnerabilidad
económica.
|
Lucha contra: El imperio, empresarios
|
Lucha contra: La Troika
|
Defiende la Patria
|
Defiende la Patria
|
Reivindicador de los necesitados
|
Reivindicador de los necesitados
|
Por último está la épica utópica de la
izquierda, donde todos los elementos anteriores sirven para consolidar una
historia de desenlace imposible, donde el político en venta, se perfila como un
héroe o mesías (a menudo coincidiendo con los arquetipos descritos por J.
Campbell, si se construye una imagen política efectiva de acuerdo a su agenda) que promete cambiar el estatus quo de
la sociedad para volverla más inclusiva, justa e igualitaria; finalmente su
oferta/promesa es: esperanza. Es la venta de esperanza a través del voto, lo
que determina y define la roca angular de la estrategia del marketing político
de ambos, pues la esperanza es la entrada a lo ideológico-utópico, y de
realizarse deja de existir, por lo tanto es una promesa que no se puede cumplir
pero que engancha al elector dentro de la estrategia a largo plazo del
marketing político.
Esta imagen es sumamente efectiva
a nivel comunicacional y estratégico, porque embriaga a sus seguidores de un
significado que va más allá del simple voto, o consumo racional electoral,
constituyéndose en una forma de salvación-expiación social que debe ser
mantenida por un discurso repetitivo, monosilábico, de frases cortas pero
contundentes y slogans, que se ubiquen en la mente del segmento objetivo a
manera de mantra; el objetivo último de esta estrategia comunicacional y de
imagen es la masificación de los seguidores, o consumidores del electorado.
Como la finalidad es desglosar
superficialmente y de manera general, la estrategia de marketing en el plano
pragmático/acción y simbólico/discursivo de Pablo Iglesias, no voy a detenerme
en la obvia relación que Iglesias y Chávez tuvieron hasta poco antes de su
muerte, pero si quisiera cerrar incitando a los lectores españoles, a
reflexionar sobre el impacto que, Pablo Iglesias como producto, puede tener en
la vida de sus consumidores-electores después de que la próxima generación de
consumidores electorales, sobrepase al sujeto histórico actual. Recordando que
es un producto nuevo a nivel nacional (España), que se apropió de los atributos
de un producto consolidado a nivel internacional (Latinoamérica), y cuyos
compradores hace rato dejaron de estar satisfechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario